Rutas de la sabiduría comunitaria y concejil.

Caminos del buen gobierno y de la buena vecindad

POREÑU (Villaviciosa)

La sociedad de las vacas

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Para mí es muy importante hablar de la sociedad de las vacas, cuenta el alcalde de Poreñu, José Manuel Cardín: porque a principios del siglo pasado ya vemos que había una organización y cooperación entre los vecinos. Una asociación con la intención de mantener el pueblo e impulsarlo. 

Estamos hablando, continúa, de 20 años antes de la guerra y ya podemos ver las primeras uniones vecinales y  sociedades cooperativas. Estaba denominada como Sociedad Pecuaria del Coto, de la parroquia de Celada.

Aída Cardín cuenta que su padre era el que cobraba las cuotas y explica detalles de su funcionamiento: “Se pagaba una cantidad. Todo se trabajaba con las vacas. Si una vaca se moría, pues con eso que teníamos acumulado todo el mundo, se la pagábamos al dueño.  O si una vaca tenía un accidente por el monte, se desprendía la carne en el pueblo, la comprábamos todos, se repartía un tanto cada uno y ese dinero se daba también al dueño”.

“En los comienzos, cada ganadero pagaba cinco pesetas, añade Jose Manuel: Si había un siniestro, cinco peritos valoraban el animal. El precio medio de todas las valoraciones era con el que se contribuía al siniestro de la vaca de ese socio, obtenido del capital que hubiera de la asociación”.

“Al ver los documentos”, continúa el alcalde,  “admiro el formato que tienen, el que lo hayan llevado de esa manera, desde la cooperación, con esa intención de llevar adelante el pueblo”.

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Biblioteca comunitaria

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Vemos en las casas concejo, lugares de asambleas y centros sociales de  muchos pueblos, libros: Bibliotecas del tamaño de una estantería o de un mueble… o de varios. Algunas con juegos incluso.

Hemos querido destacar ésta, la biblioteca de Poreñu, por su organización y el esmero con el que la cuidan. En un rincón, pero bien organizada hay una miniexposición- tributo a la escuela rural que fue entonces el edificio. El resto de las paredes llenas de libros perfectamente identificados y clasificados con tejuelos. 

La mayor parte de los libros son donados por gente del pueblo, editoriales…Explica la que fuera maestra del pueblo, Isabel Lanzón, que los sábados y domingos está abierta: “Quien quiere un libro lo coge y lo anota en el libro del registro. Ahora, como ya están muchos informatizados, si llevas uno de ellos tienes que poner el número de registro y estantería y cuando lo devuelves, pues pone la fecha de devolución, la firma y ya está”.

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Centro social

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El Centro Social de Poreñu está en el edificio que acogió las escuelas y las casas de los maestros. Nos lo cuenta Isabel Lanzón, que fue una de las maestras que enseñó y vivió en el edificio. “Ahora nosotros lo distribuimos en biblioteca, muestra etnográfica, local social y el local de asambleas y exposición de fotos permanente”.

“Los vecinos cedieron el terreno que entonces estaba dividido en tiras largas, de unos dos metros de ancho”, nos cuenta Manuel Cardín haciendo referencia a esa forma característica de las erías comunales que nos han descrito en tantos pueblos. Manuel recuerda que la construcción de  este edificio fue una de las cuestiones más importantes para su padre, alcalde entonces. 

“Para hacer la escuela, el Ayuntamiento de Villaviciosa  tenía que poner 50.000 pesetas pero como no las puso cada vecino del pueblo tuvo que aportar 600 pesetas”. Los detalles los ha ido siguiendo; en la documentación que se conserva de entonces, Isabel: “Y todavía faltaba un poco. Lo puso uno de los ingenieros que estaba en la construcción”

Cuando se cerró la escuela, la asociación luchó para que el edificio no se convirtiera en viviendas sino en un local donde reunirse. 

Desde entonces el centro social se ha convertido en un lugar donde cuidar la  memoria del pueblo, a través de la muestra etnográfica o la exposición de fotos; cuidar el transcurso de vida cotidiana, en el local social, donde se encuentran los vecinos durante el fin de semana; y cuidar el futuro del pueblo, ya que en el local de asambleas siguen organizándose y proyectando tanto las cuestiones de la asociación como los asuntos generales de la localidad.

El local social lo atienden entre los vecinos. La responsabilidad va rotando cada fin de semana. 

En esta ocasión le ha tocado a Isidoro Cardín que nos cuenta que es una tarea muy llevadera y para la que cuentan con la ayuda de los demás si la necesitas: “El centro social viene muy bien para juntarse aquí, para reuniones de todo tipo y para conversar. Cuando no ves a alguien por ahí, vienes un fin de semana y te juntas aquí con cualquiera”.

Anualmente revisan el sistema organizativo y si hay que hacer algún cambio.

La vida que se ha generado en el centro social, donde hacen numerosas actividades, es muy valorada por los vecinos. 

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Sa(s)tisferias, ayuda mutua y cuidados

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Tienen en común la participación de casi todo el pueblo en el trabajo al que se convoca. Javier Prida nos habla de las formas distintas de denominar a las sestaferias: sastiferias, satisferias, sastisferias… en función de cada lugar. Podríamos continuar: Estaferias, prestaciones, llamar a caminos, sustiferias… En algún lugar nos han dicho que las llaman estragedias, que nos parece casi el opuesto a satisferias, que suena como a satisfacción.

Cuando no había centro social, los vecinos se reunían aquí delante de la fuente. Es como si fuese la plaza, señala  Aída Cardín mirando a la Fuente del Pontón. Ahora mismo, cuando van a hacer los trabajos de los caminos siempre quedan aquí.

Antes había un un grupo de dos o tres personas que eran los veedores, comenta Manuel Cardín. Ellos llamaban y organizaban las sestaferias. 

Nos cuentan los vecinos cómo antes eran muy numerosas ya que el pueblo no estaba tan arreglado como ahora: fundamentalmente se encargaban de preparar los caminos, limpiarlos, podar matos, limpiar fuentes y el bebedero de las vacas. Las cosas que eran por el bien de todo el pueblo y del uso del pueblo, apunta Javier Prida, que introduce otro de los temas clave en el rural, que es la ayuda mutua:

Antiguamente éramos muchísimos vecinos y procurabas llevarte bien con todos. 

Todo el mundo colabora, todo el mundo contribuye y es solidario. Cuenta Isabel Lanzón: Se ayuda hasta el extremo que ahora ya no, porque la vida ya es de otra manera, pero antes había un enfermo en una casa y se turnaban altruistamente y voluntariamente los vecinos para acompañarle. Todo el mundo se volcaba.

Nadie era autosuficiente, siempre necesitabas lo de otro vecino, incluso a veces pedir prestado una vaca o un burro para el molino o para ayudarse en las esfollazas y otros trabajos propios del campo como segar. Javier Prinda pone sobre la mesa una cuestión esencial: La eficiencia. “Se correspondían unos a otros. Así desarrollaban mejor el trabajo”.

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Comunidad de aguas

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La comunidad de aguas tiene una importancia muy grande en la organización del pueblo de Poreñu. El presidente de la comunidad de aguas solía ser también el alcalde del pueblo. Ahora votan cada cargo por separado pero todavía se conserva la distribución organizativa por la que las cuestiones del pueblo, estructurales, las lleva la comunidad de aguas y las actividades culturales, la asociación de vecinos. 

Toda la red, desde el de la captación de los manantiales hasta el depósito principal de fue hecha a mano por la gente. Y también lo que es posteriormente la red de distribución del agua: a pico y pala. Así comienza la descripción de la importancia de esta comunidad de aguas para el pueblo Jose Manuel Cardin, el actual presidente de la Comunidad de Aguas.

Los vecinos eran muy conscientes de la importancia del agua porque hasta que la trajeron les tocaba ir a por ella a  fuentes que estaban distantes. Entonces no era como ahora que abres el grifo y tienes el agua en casa. Esa gente mayor luchó mucho por el agua. No faltaban a las sestaferias  porque sabían que de ello dependía para tener el agua en su casa. Modesto Noboa es el secretario de lo que también denominan Comisión de Aguas.

Los manantiales se encuentran en la parte posterior del pueblo, en los montes que bajan hacia la carretera de Infiesto. Allí, en la parte media, unos casi 200 metros de desnivel. Modesto los conoce bien, por sus nombres, los 15 o 16 manantiales y captaciones. Aunque no es vecino nacido en el pueblo, se ha preocupado y responsabilizado de conocer cada detalle del agua que bebe desde la captación a su conducción: Por medio de tuberías que se recogen en las arquetas que llevan el agua hacia los depósitos.

El mantenimiento de los manantiales, el tendido eléctrico, los depósitos y tuberías… la principal  de tres kilómetros monte arriba cuesto, lo hacíamos los vecinos en sestaferia: una mañana de domingo, tres veces al año. Hacíamos equipos de ocho a diez. Y luego cuando terminábamos, pues siempre había una botella de sidra, siempre había algo para celebrar en armonía y charlar.

En la actualidad pagan a una persona del pueblo que lleva el mantenimiento de la cloradora, algo que pusieron por obligación y ante no pocas voces críticas, nos cuentan.

La Comunidad de Usuarios de Agua de Poreñu es el conjunto de todos los vecinos que están adscritos a esta red de abastecimiento de agua. La Junta directiva es la encargada de llevar a cabo el mantenimiento y las distintas actividades para que llegue el agua a los vecinos. Se rigen por unos estatutos aprobados por la Confederación Hidrográfica.

Señala Isabel Lanzón que una vez al año se reúnen Asociación y Comisión de Aguas para organizarse.

Si un vecino va a establecerse en el pueblo, para obtener licencia de obra, el Ayuntamiento pide que asegure que va a tener agua y luz. Cardín, explica el procedimiento que piden a los nuevos vecinos: Nos solicitan el agua y les damos los estatutos tan pronto hacen el ingreso de la cuota que corresponda para hacer la acometida.

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Abres

(Vegadeo)

Somao

(Pravia)

Taja

(Teverga)

Lledías

(Llanes)

Parres

(Llanes)

Bandujo

(Proaza)

Lastres

(Colunga)

Páramo

(Teverga)

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